Hypereikon es un dúo de artistas electrónicos originarios de Valdivia, compuesto por Constanza Lobos y Sebastián Rojas. Su trabajo va desde las artes visuales hasta la música, todo desde el medio que significa el código. Conocí su trabajo el 2022 luego de instancias en la escena de artes mediales de Valdivia; desde entonces, he seguido su trabajo y sus exploraciones con distintas plataformas (redes neuronales como VQGANxCLIP, Redes adversariales, modelos de difusión, Hydra, entre otros).
Su trabajo está fuerte influenciado por la exploración de una naturaleza especulativa; un ejercicio de imaginación en donde la técnica se convierte en un medio para explorar nuevas formas de vida, nuevos cuerpos y texturas naturales, artificiales e híbridas. En su trabajo los animales, las plantas y las figuras se conjugan en imágenes lisérgicas y abstractas; postales que escapan al mundo ordinario y la representación a través estructuras líquidas que construyen caminos dentro del espacio latente.
Sobre la naturaleza de estos objetos y la política de la imaginación detrás de estas herramientas hablamos en la siguiente entrevista.
Primero que nada, ¿de dónde viene el nombre “Hypereikon”?
SR: Viene de la Hypericum perforatum, la hierba de san Juan y también hace referencia a conceptos en griego como "más allá de lo imaginable" (hiper eikon), más allá de la imaginación o de la imagen. La hierba de San Juan es una maleza antidepresiva que tiene efectos sobre el cerebro y con muchas propiedades.
¿Cómo nació el proyecto y por qué se decidieron en la Inteligencia Artificial como su medio?
SR: Nuestro proyecto nació como una banda experimental de ruido, pero usábamos medios computacionales para generar experiencias audiovisuales; un sonido generativo o distintas formas de buscar la generatividad como medio, una generatividad muy artesanal. Luego un amigo fue a dar clases a Valdivia y se nos metió el bichito. No era una IA, sino que un modelo para tomar datos existentes y pensar creativamente. Después en cosa de meses apareció STYLEGAN2. Empezamos a investigar y sólo había código, entonces nos metimos ahí, sin experiencia.
CL: Habíamos experimentado con livecoding y teníamos el acercamiento a la programación del armar y desarmar; ir cambiando números y ver si es que funciona o no. Cuando aparecieron estos modelos nos pusimos a jugar con ellos y los sentimos muy naturales. No es distinto a otro algoritmo.
¿Qué tecnologías - arquitecturas, modelos o plataformas - usan para crear sus imágenes?
SR: Últimamente principalmente ocupamos Midjourney, cuya arquitectura o detalles del modelo se desconocen. Es bien parecido a Stable Diffusion que ocupamos también, harto desde el código mismo, modificando la arquitectura o el flujo de los datos, para intentar encontrar cosas que se alejen de la representación misma. Al final lo que intentan estos modelos es representar lo que capturaron.
CL: Un hiperrealismo de esos datos.
SR: Claro. Lo que buscamos nosotros, a través de distintas formas sea guiando con imágenes o con texto incoherente bordear estos límites de la representación. Ver una imagen y preguntarse qué es esto, qué me hace ver esto, qué referencias están mezcladas en esta imagen.
¿Y cuánto les toma llegar a una imagen?
CN: Depende. Trabajamos mucho con el archivo que vamos generando. En 2020 comenzamos generando imágenes y a crear nuestro archivo. Vamos metiendo a la licuadora nuestras imágenes ya hechas y las transformamos. Al mismo tiempo, cuando aparecen nuevos modelos volvemos a citar otros trabajos antiguos. Son procesos que vamos integrando en un tejido amorfo, conectando a las mismas imágenes que hacemos. De esa forma sentimos que aparecen ciertas figuraciones, ciertos colores, ciertos brillos. Es un proceso muy intuitivo, basado en el iterar, en el jugar, haciendo imágenes muchas de las cuales son intencionadas y muchas que no lo son. Lo decimos en chiste, pero vemos estos modelos o esta manera de jugar como una licuadora de significantes en la imagen; como podría ser su color, textura, forma, estructura. Todo eso que caracteriza a una imagen se diluye y se mezcla.
Sí existe un tiempo cuando aparecen estos modelos, cuando comenzamos a jugar con ellos y vamos entendiendo las posibilidades que hay en esta nube. Y nos vamos cuenta de que, no sé, tiene un artefacto, un tema que no es tan literal, tiene un defecto que si lo exploramos podemos componer una imagen entretenida. Vemos también lo que está haciendo otra gente y sentimos el interés por hacer cierto tipo de imagen, menos representativa, más abstracta.
Me llama la atención el énfasis que hacen en escapar a la representación. Tomando en cuenta estos modelos más comerciales (Dall-e, Midjourney) pasa mucho que están pensados en el proceso final, como comenta Eryk Salvaggio. Si uno quiere representar un gato, el prompt será gato por ejemplo y aparece una imagen muy realista sólo con eso. Y entonces, la cuadrícula en donde se configuran estos modelos está modelada en base a qué es lo más frecuente, lo más obvio.
¿Cómo ustedes se aproximan a eso y logran tomar el realismo del modelo - su estilo quizás - y aplicarlo más allá de la representación? En otras palabras, ¿cómo abordan este “torcer” de los modelos?
SR: Jugando y explorando. En estos espacios latentes las posibilidades de generar son literalmente infinitas. Uno puede moverse, explorar e ir hacia los límites de la imagen misma. Hay mucha carga hacia la representación de gatos, perros, paisajes, o mujeres semidesnudas por ejemplo; todas estas cosas más “Instagram”. Pero también hay mucho que se escapa a esto, donde es más difícil moverse dentro. Pero existen en este espacio latente.
CL: Tiene mucho que ver con el juego, entender cuáles son los conceptos. Es una cosa demasiado práctica. Probamos, intentamos y vemos qué es lo que aparece en esta mezcla de conceptos; llegar a esa sopa primordial de conceptos y jugar. Esto también viene de nuestra inspiración en la realidad valdiviana donde existe mucha esa simbiosis de distintos elementos.No vivimos en una naturaleza prístina, vivimos en una contaminada. Y en eso mismo, bueno, ver qué te ofrece esto y cómo continuar poniendo en valor esos lugares.
El uso más común de estos modelos es la publicidad y el marketing. Con estos modelos es fácil producir contenido de bajo costo y que puede circular con mucha facilidad por los medios. A diferencia de modelos más antiguos - como Artbreeder - que producen cosas muy pocas veces bellas, donde es fácil caer en cosas monstruosas, por ejemplo.
¿Cómo ustedes ven la dirección de la evolución de estos modelos? ¿Qué creen que es lo que se pierde de estos modelos más antiguos, que escapan más de la representación?
SR: El Artbreeder era muy interesante porque en él era muy explícita la combinación de referencias de distintas imágenes, de colores o texturas. Tú mezclas esos imaginarios y creas algo que está entre medio. Es fácil jugar. No tenía ninguna optimización hacia lo bello, no eran imágenes hermosas, era puro artefacto.
Ahora estos modelos también a nivel de arquitectura permiten este movimiento entre distintos imagemas o combinación de imaginarios, pero están demasiado optimizados o tienen un sesgo hacia lo hermoso, la imagen perfecta. Pero siento que también es algo propio del uso que le dan las personas y el cómo se muestra o se enseña a usar estas herramientas. Hay mucha gente que hace prompts hiper detallados de 200 palabras con comas. Nosotros no ocupamos palabras para nuestra obra, principalmente tomamos imágenes, no ocupamos descripciones extensas, sino que usamos el texto para dar pequeños detalles de iluminación, estructura, color. No es que el modelo esté cerrado o demasiado sesgado hacia la generación de ciertas imágenes. El problema más que en la herramienta son los promotores, influencers o artistas que crean material o contenido, desde esa perspectiva de la publicidad.
CL: Hay mucho espacio para creativo y artístico explorar, en ese desenredar las nubes de posibilidades. Pero lo más común e instantáneo no es ese uso. Pero a mí me pasa que en muchos casos veo cómo se está generando un rechazo muy similar como cuando las marcas utilizan memes en la publicidad y ahí a nadie le da risa; donde se toma algo tan del internet, de su fluidez y lo usan para publicidad.
Me llama la atención el hecho cómo describen ocupan esta tecnología como una imaginación. Como una facultad muy alejada de la humana, como si fuera de otro ser, para expandir las fronteras de lo que nosotros podemos imaginar.
Volviendo a la idea de la representación, veo un espectro donde está lo super representativo - un uso de la IA que repite lo existente - y por otro lado algo que pueda expandir el límite de lo que incluso nosotros podemos imaginar. ¿Qué papel juegan los artistas, su trabajo, para torcer estas tecnologías?
SR: En un comienzo lo llamamos una prótesis imaginaria. Estos modelos funcionan como un tipo de extensión, un enchufe en donde conectar la cabeza. Porque uno empieza mezclando imágenes y todo lo que aparece es inimaginable; luego uno empieza a encontrar los patrones y algún tipo de sentido en estas generaciones.
CL: Uno logra ver esos patrones, porque al final eso es lo que hace el modelo. Con la práctica y el tiempo uno comienza a verlos, la forma en que coagulan en formas, figuras, composiciones. Eso juega muy a la mano de la imaginación donde uno está: pensando esta es la imagen que quiero hacer, este es el resultado, de ahí se genera ese feedback infinito en que uno está elongando o ejercitando esa imaginación constantemente. Ahí te vas sorprendiendo o profundizando en estas ideas imaginatorias. Cuando uno ve a un artista haciendo imágenes lo primero que se siente es ¡Qué buena imaginación! ¡Qué buen mundo de ideas está navegando! Va mucho con eso, con la práctica y el proceso de hacer millones de imágenes y poder ir encontrando caminos y patrones por donde ir navegando.
SR: Por lo mismo nos planteamos que estamos explorando una imaginación artificial. Un creador de imágenes, más que una inteligencia como un ente autónomo con agencia propia, que es mucho lo que se promueve. Y no tiene nada que ver con eso, estamos mezclando datos de imágenes, de píxeles, no estamos hablando de tomar decisiones o tener consciencia. No existe eso. A veces se plantea la IA como si fuera un oráculo, pero no lo es porque no hay verdad en estas imágenes.
Y qué es lo que les inspira para pensar, qué otros referentes tienen. Apuntando a esto de escapar de la representación o el torcer las herramientas tan comerciales volcadas a ese objetivo que hablábamos.
SR: Hay hartos artistas interesantes. Un amigo con quien hemos colaborado es Hexorcismos, un artista sonoro de México que estudia un tipo de arqueología especulativa, un archivo inventado de lo que robaron los españoles o una historia paralela de lo que pasó; imaginando posibilidades desde lo que queda hoy.
CL: Y además de esa poética, se trata también de traer de nuevo al presente esas imágenes del pasado; juega así con la idea del tiempo circular. Llamar al presente todas estas imágenes e imaginarios y volver a tocarlos con estas herramientas. Es un ejercicio que hace desde lo sonoro y la imagen.
SR: Hay una artista argentina - Sofía Crespo - también hace cosas interesantes con biología especulativa. Mucha gente dice que es parecido a lo nuestro, pero en verdad es bien diferente. Trabaja mucho con la idea de la naturaleza especulativa y el archivo botánico.
CL: También hay hartos artistas jóvenes de Brasil que están usando estas herramientas para explorar identidades y las poéticas de sus subculturas. Es como una forma de hallarse como identidades en Internet.
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